Hoy comparto un pequeño fragmento del escritor Alan D. Wolfelt, con el que me siento muy identificada tanto en el ámbito personal como en el ámbito laboral de la Psicooncología.
En muchas ocasiones, tenemos un concepto erróneo de lo que significa acompañar a una persona en circunstancias difíciles, que en ocasiones la vida nos depara. Pensamos, que cuando nos encontramos en estas situaciones, lo mejor es actuar, o llenar con palabras en cada momento, cuando en realidad, es mucho más sencillo, se trata de estar, estar presente, mostrando una actitud empática, escuchando activamente, dando un apoyo e interés sincero, sin juzgar, sin entrometernos, escuchando con el máximo respeto.
Pero a menudo, no solemos hacerlo, y pensamos que lo mejor es dar nuestro punto de vista e influirles con nuestras creencias, que creemos que es lo mejor para ellos, diciendo que deben o no de hacer, cuando en realidad, no nos lo han pedido. A partir de este momento, las personas que en un principio nos pidieron su acompañamiento, dejan de pedirlo, por el sentimiento de no sentirse comprendidos y apoyados, produciéndoles una sensación de desconfianza, cuando lo único que se pide, es de sentirse “arropados” por la otra persona, de estar ahí, de estar presentes.
Acompañar va más allá de la palabra acompañar, se trata de estar ahí, de estar presente.
Según el escritor Alan D. Wolfelt, ACOMPAÑAR…
- Acompañar se trata de estar presente para el dolor de otra persona; no de hacer que su dolor desaparezca.
- Acompañar se trata de ir al desierto del alma con otro ser humano; no de creer que somos responsables de encontrar la salida.
- Acompañar se trata de honrar el espíritu; no de enfocarse en el intelecto.
- Acompañar se trata de escuchar con el corazón; no de analizar con la cabeza.
- Acompañar es dar testimonio de las luchas de otros; no de juzgar o dirigir esas luchas.
- Acompañar se trata de caminar al lado; no de conducir o ser conducido.
- Acompañar se trata de descubrir los dones del silencio sagrado; no significa llenar con palabras cada momento.
- Acompañar al que sufre se trata de quedarse quieto y en silencio; no de querer moverse frenéticamente hacia delante.
- Acompañar se trata de respetar el desorden y la confusión; no de imponer orden y lógica.
- Acompañar se trata de aprender de otros; no de enseñarles.
- Acompañar se trata de tener una actitud de curiosidad y no de expertos.
Espero que os haya gustado éste pequeño fragmento de la filosofía del acompañar, con el que me siento muy identificada, habiendo tenido la suerte de haber acompañado a muchos pacientes, familiares o amistades, que me han necesito, en circunstancias difíciles, que en ocasiones la vida nos depara.
Dedico, éste fragmento a mi abuela, recientemente fallecida, sintiéndome muy orgullosa de haber tenido el gran privilegio y honor, de haber podido acompañarla a lo largo de todo el proceso de su enfermedad hasta el final, y ver cómo un gesto cariñoso, una caricia, una mirada cómplice, un abrazo, un beso, cogerle de la mano, simplemente estar presente, le daba un poco más de VIDA.
Me ha parecido una reflexión muy bonita, práctica e inteligente, ya que efectivamente la persona que sufre, el sentirse acompañado, escuchado, es un apoyo y una ayuda enorme, se siente un poquito más seguro en el mundo que le ha “tocado vivir”. Enhorabuena! Pues me ha gustado muchísimo!
Gracias x esta hermosa y completa mirada sobre lo q implica acompañar…son ese tipo de gestos q nos llenan el alma.
Así es! No hay de qué!
Me alegra que te haya gustado!
Muchas gracias por tu comentario Isabel!